DOMINGO 2

Blanco Domingo V de Pascua [Se omite la memoria de san Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia] MR, p. 374 (375) / Lecc. I, p. 220

Otros santos: José María Rubio, resbítero de la Compañía de Jesús; José Nguyen Van Luu, agricultor, catequista y mártir.

SAN JOSÉ MARÍA RUBIO, del hebreo, "Dios acrecentará" (1864-1929). Presbítero de la Compañía de Jesús. De origen español, nació en Dalías, Almería. A los 15 años, ingresó en el seminario de Granada y fue ordenado sacerdote en Madrid (1877). Inició su misión en Chinchón y Estremera; fue docente en el seminario, notario de la Curia y capellán de las religiosas Bernardas. En 1906, en Madrid, se integró en la Compañía de Jesús (jesuitas). Destacó por su amor a la Eucaristía, espiritualidad y ferviente devoción al Sagrado Corazón de Jesús. En sus homilías, empleaba un lenguaje accesible para la feligresía. Aconsejaba a los padres de familia: "Procura que en tu casa se rece en familia y que tus hijos vean a sus padres practicar la religión, no a medias, sino en todas las cosas. Es la mejor herencia que puedes dejarles. De todo lo mucho que nosotros debemos a nuestros padres, cuya vida conserve el Señor muchos años, el mayor beneficio ha sido educamos cristianamente, y Dios les premiará este bien que nos han hecho". Otro de sus pensamientos apunta: "Hacer lo que Dios quiera. Querer lo que Dios hace". Era un amable, comprensivo e infatigable confesor y en la administración del Sacramento de la Reconciliación no conocía ni horarios, ni límites espirituales o materiales. Sin importar distancias, acudía al llamado para atender a las personas. Por sus cualidades, el pueblo lo llamaba el "Apóstol de Madrid". Con amabilidad expresó: "¿Cómo vamos a poder pensar en otra cosa si, aunque no queramos, tropezaremos con Él en todo? ¿No ve usted que Él lo llena todo y en todo está trabajando por usted y por mí?". Reconocido como uno de los primeros apóstoles de la Adoración Real, Perpetua y Universal del Santísimo Sacramento. Hasta el último aliento se entregó al servicio de sus feligreses, muriendo en la enfermería del monasterio jesuita de Aranjuez. San Juan Pablo II (1978-2005; 22 de octubre) lo canonizó en 2003.

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