VIERNES 30

Blanco Viernes IV de Pascua o San Pío V, papa MR, p. 372 (373) / Lecc. I, p. 910

Otros santos: José Benito Cottolengo, presbítero y fundador; María de la Encarnación (Guyart Martín), religiosa ursulina.

SAN JOSÉ BENITO COTTOLENGO, del hebreo, "Dios acrecentará" y del latín, "bendito" (1786-1842). Presbítero y fundador. Nació en Bra, Italia. Eligió la donación a Cristo, haciendo estudios eclesiásticos, hasta recibir la ordenación sacerdotal, en 1811, e inició su ministerio, en la parroquia de Corneliano D' Alba, Turín. Se afilió a la Tercera Orden Franciscana. Una narración indica que, al dar auxilio espiritual a una enferma -quien por falta de recursos y atención médica murió-, decidió acondicionar en la casa parroquial, una enfermería para pacientes carentes de dinero; este espacio lo nombró "Pequeña Casa de la Divina Providencia" (conocida como el "Cottolengo"); en él, atendió, siempre confiado en la Providencia, a los enfermos que, por su pobreza o enfermedad, eran rechazados en instituciones de salud. En una epidemia, las autoridades sanitarias clausuraron el sitio por considerarlo inadecuado. Sin embargo, el padre José Benito, se dio a la tarea de construir un hospital, ahora con instalaciones y mobiliario dignos (1832). Su ejemplo de vida atrajo numerosas vocaciones fundando congregaciones masculinas y femeninas (conocidas como Cottolengos), quienes, a la postre, atenderían sus hospitales, asilos, orfanatos, clínicas psiquiátricas y centros para personas con discapacidad, los cuales, se extendieron por toda Europa. Con afecto, recomendaba: "Hagan alegre y agradable. el trato que les den a los enfermos". Su vida estuvo colmada de caridad hacia el prójimo, la humildad, la pobreza y la oración. Falleció en Chieri, Italia. Fue canonizado en 1934, por el pontífice Pío XI (1922-1939), quien lo definió como un "Genio del bien". El Pontífice Benedicto XVI, exaltó su figura diciendo: "(vivió) su ministerio en la entrega total de su vida a los más pobres, a los más necesitados, a los últimos, encontrando siempre la raíz profunda, la fuente inagotable de su acción en la relación con Dios, bebiendo de su amor, en la convicción profunda de que no es posible practicar la caridad sin vivir en Cristo y en la Iglesia".

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