JUEVES 15

Blanco Memoria de san Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia MR, pp. 786 (773). 943 (935) / Lecc. II, p. 571

Otros santos: Pompilio María Pirrotti, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías (Escolapios) y predicador popular.

SAN POMPILLIO MARÍA PIRROTTI, del latín, Quintilius, "quinto" y del hebreo Miryam, cuyo significado y etimología son discutidos; quizá -según diversos Padres de la Iglesia- "señora", "soberana" (1710-1766). Presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías (escolapios) y predicador popular. Domingo Pirrotti, su nombre en el siglo, cultivó la devoción a María Santísima; a los diez años, orando ante una imagen de la Virgen prometió: "Un día, cuando sea sacerdote, vendré y celebraré la misa delante de este cuadro". En su juventud, destacó por ser caritativo y cariñoso catequista con los niños. Pese a la oposición paterna, ingresó con los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías (escolapios) en Nápoles y emitió sus votos con el nombre de Fray Pompilio María de San Nicolás (1726); terminó los estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote, en 1734. Notable docente de novicios y predicador, propagó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen María a quien llamaba Mamma bella, así como la comunión frecuente; expandió el rezo del santo rosario y la veneración a las almas del purgatorio. Se le atestiguaron hechos milagrosos, por lo que se le conoció como el "Taumaturgo de Nápoles", su recomendación era: "Sean muy devotos de la santísima Virgen María". Logró múltiples conversiones hasta que, por problemas sociopolíticos de su país, fue desterrado. El día de su partida, un feligrés le preguntó: "¿Por qué suspira?, ¿por tener que irse al destierro?". Él respondió: "Suspiro porque el que se inventó todas estas calumnias, le ha tocado irse ahora para la eternidad a dar cuentas a Dios". Y así fue, aquel mismo día, el difamador murió repentinamente y la feligresía exigió que las autoridades autorizaran su regreso. El Señor le otorgó, además, el don de profecía. Sus exhaustivas jornadas de trabajo y constantes viajes misioneros afectaron su salud, hasta que murió en la población de Campi Salentina. Sus últimas palabras fueron: "¡Oh, la Madre Preciosa! ¡La Mamá Linda viene a llevarme al cielo!". Fue canonizado por Pío XI (1922-1939), en 1934.

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