Misal Católico

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Santa Misa del día: Domingo 9 de Abril de 2017

Domingo de Ramos, 'De la Pasión del Señor'

Rojo MR p 247 (257) / Lecc. I p. 78 LH Semana II del Salterio

Otros santos: Hugo de Rouen, obispo; Casilda de Burgos, virgen. Beata Celestina Catalina Faron, mártir.

EL SEÑOR ME AYUDA

Is 50,4-7, Flp 2,6-11; Mt 26, 14-27,66

La entereza con que el Siervo de Yahvé se confronta con el sufrimiento y el maltrato es sorprendente. Extrañamente ofrecía su espalda a los verdugos que lo maltratan y a los torturadores que lo lastimaban. No procedía de esta manera por algún trastorno psicológico que lo empujara a disfrutar del dolor. Antes bien, es un creyente que sabe que el Dios justo, en su momento, fallará en su favor y lo rescatará de la prueba. Sus últimas palabras resultan hasta retadoras y desafiantes: '¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque'. El Señor Jesús cuando enfrentó su pasión no desestimó la gravedad de su sufrimiento, se quejó abiertamente ante el Padre, solicitó le apartara de aquella prueba, experimentó el doloroso abandono, pero finalmente, asumió confiadamente su muerte, sabiendo que cumplía el designio del Padre, que lo resucitaría y manifestaría su victoria sobre el mal.

1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor a Jerusalén para consumar su Misterio Pascual. Por lo tanto en todas las Misas se conmemora esta entrada del Señor mediante una procesión o una entrada solemne, antes de la Misa principal, y por medio de una entrada sencilla antes de las demás Misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras Misas que se celebren con gran asistencia del Pueblo.
Conviene que donde no pueda hacerse ni procesión ni entrada solemne, se tenga una celebración de la Palabra de Dios, sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor, ya sea el sábado por la tarde o ya sea el domingo a una hora oportuna.
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén

Primera forma: Procesión

2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera de la iglesia hacia la cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan sus ramos en las manos.

3. El sacerdote y el diácono, revestidos con las vestiduras rojas requeridas para la Misa, acompañados por los otros ministros, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión, y se pondrá la casulla.

4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado:

ANTÍFONA Mt 21, 9

Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.

5. Enseguida el sacerdote y los fieles se santiguan mientras el sacerdote dice: 'En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo'. Después el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve monición para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día: Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras.
Queridos hermanos: Después de haber preparado nuestros corazones desde el principio de Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual del Misterio Pascual, es decir, de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con su entrada en Jerusalén, su ciudad. Por eso, recordando con toda fe y devoción esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que participando de su cruz, tengamos parte con El en su resurrección y su vida.

6. Después de esta monición, el sacerdote, teniendo extendidas las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos, para que, quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos llegar, por Él, a la Jerusalén del cielo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.

O bien:

Aumenta, Señor Dios, la fe de los que esperan en ti y escucha con bondad las súplicas de quienes te invocan, para que, al presentar hoy nuestros ramos a Cristo victorioso, demos para ti en El frutos de buenas obras. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
Yen silencio, rocía los ramos con agua bendita.

7. Enseguida el diácono, o en su ausencia el sacerdote, proclama del modo acostumbrado el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas. Si es oportuno se usa el incienso. 'Bendito el que viene en nombre del Señor'

EVANGELIO (Ciclo A)

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 1-11

Cuando se aproximaban ya a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos de sus discípulos, diciéndoles: 'Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita y enseguida los devolverá'.
Esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta: Díganle a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, apacible y montado en un burro, en un burrito, hijo de animal de yugo.
Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo que Jesús les había encargado y trajeron consigo la burra y el burrito. Luego pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendía sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las tendían a su paso. Los que iban delante de él y los que lo seguían gritaban: ¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!' Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos decían: '¿Quién es éste?' Y la gente respondía: 'Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea'.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

8. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.

9. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos u otros apropiados.

ANTÍFONA I

Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, clamando: 'Hosanna en el cielo'.

Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos del salmo 23.


SALMO 23

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los, que en él habitan, pues Él lo edificó sobre los mares, Él fue quien lo asentó sobre los ríos.
Se repite la antífona.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.

Se repite la antífona.

Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Se repite la antífona.

Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.

Se repite la antífona.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, por-tones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Se repite la antífona.

Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, es el rey de la gloria.

Se repite la antífona.

ANTÍFONA II

Los niños hebreos extendían sus mantos por el ca-mino y clamaban: 'Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor'.

Si se cree oportuno, puede alternarse esta antífona con los versículos del siguiente salmo.


SALMO 46

Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.

Se repite la antífona.

Fue Él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos, al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.

Se repite la antífona.

Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.

Se repite la antífona.

Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.

Se repite la antífona.

Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham, porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.

HIMNO A CRISTO REY

Coro:

Gloria, alabanza y honor, a ti Cristo rey, redentor; a quien infantil cortejo entonó piadoso Hosanna.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor...

Coro:

Tú eres el rey de Israel, prole ínclita de David, rey bendito, que vienes en el nombre del Señor.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor...

Coro:

Toda la corte celestial te alaba en las alturas, y el hombre mortal, con todas las creaturas.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor...

Coro:

El pueblo hebreo salió con palmas a tu encuentro; nosotros con preces, votos e himnos venimos a ti.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor...

Coro:

Aquellos cuando ibas a padecer te tributaban loores; nosotros ahora que reinas, te ofrecemos nuestro canto.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor...

Coro:

Aquellos te agradaron, que te agrade también nuestra devoción: ¡Rey bueno, rey clemente, a quien agrada todo lo bueno!

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor...

O bien:

HIMNO A CRISTO REY

HIMNO A CRISTO REY

¡Que viva mi Cristo,
que viva mi Rey,
que impere doquiera
triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey,
viva Cristo Rey!

1. Mexicanos, un Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión,
a ese Padre gozosos cantemos
empuñando con fe su pendón.
que su Hijo nos dio por la cruz.

2. Demos gracias al Padre
que ha hecho que tengamos
de herencia la luz
y podamos vivir en el reino

3. Dios le dio el poder, la
victoria; pueblos todos, venid y
alabad a este Rey de los cielos y
tierra en quien sólo tenemos la paz.

4. Rey eterno, Rey universal,
en quien todo ya se restauró, te
ogamos que todos los pueblos
sean unidos en un solo amor.

10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:

RESPONSORIO

R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipándose a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo.
V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.

11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitidos los demás ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

SEGUNDA FORMA: ENTRADA SOLEMNE

12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal.

13. Los fieles se reúnen ante la puerta de la iglesia, o bien, dentro de la misma iglesia, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado de la iglesia, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.

14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona 'Hosanna al Hijo de David' (n. 4) o algún otro cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio 'Al entrar el Señor' (n. 10), u otro cántico apropiado.

15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y omitidos los ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, si es oportuno, dice la colecta de la Misa, que prosigue luego de la manera acostumbrada.

TERCERA FORMA: ENTRADA SENCILLA

16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.

17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada.

18. En las demás misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

ANTÍFONA DE ENTRADA Jn 12,1. 12-13

Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.

Sal 23, 9-10

Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna.

LA MISA

19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

20. Se lee la historia de la Pasión del Señor. No se llevan ciriales ni incienso, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo.
Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.

21. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. También se puede guardar un momento de silencio.
Dada la importancia de la Pasión del Señor, el sacerdote, en las Misas con el pueblo, y de acuerdo con las características de los fieles de cada asamblea, puede omitir una de las dos primeras lecturas, o ambas, y leer sólo la Pasión del Señor, aún en su forma breve.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.

Del libro del profeta Isaías: 50, 4-7

En aquel entonces, dijo Isaías: 'El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado'.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: 'Confiaba en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre'. R/.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. R/.

SEGUNDA LECTURA

Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11

Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2,8-9
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.

EVANGELIO

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO: 26, 14-27, 66

(La señal de cruz, se refiere a Cristo; la C, al cronista, y la S. a la sinagoga).

C En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:

S '¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?'

C Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

S '¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?'

C Él respondió:

† 'Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa'.

C Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo:

† 'Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme'.

C Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:

S '¿Acaso soy yo, Señor?'

C El respondió:

† 'El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido'.

C Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S '¿Acaso soy yo, Maestro?'

C Jesús le respondió:

† 'Tú lo has dicho'.

C Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

† 'Tomen y coman. Éste es mi Cuerpo'.
Luego tomó en sus manos una copa de vino, y pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos, diciendo:

† 'Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre'.

C Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:

† 'Todos ustedes se van a escandalizar de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea'.

C Entonces Pedro le replicó:

S 'Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré'.

C Jesús le dijo:

† 'Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces'.

C Pedro le replicó:

S 'Aunque tenga que morir contigo, no te negaré'.

C Y lo mismo dijeron todos los discípulos: Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a los discípulos:

† 'Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá'.

C Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:

† 'Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y velen conmigo'.

C Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo:

† 'Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga como yo quiero, sino como quieres tú'.

C Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:

† '¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil'.

C Y alejándose de nuevo, se puso a orar, diciendo:

† 'Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad'.

C Después volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo, por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió a donde estaban los discípulos y les dijo:

† 'Duerman ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está aquí el que me va a entregar'.

C Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les había dado esta señal:

S 'Aquel a quien yo le dé un beso, ése es. Aprehéndanlo'.

C Al instante se acercó a Jesús y le dijo:

S '¡Buenas noches, Maestro!'

C Y lo besó. Jesús le dijo:

† 'Amigo, ¿es esto a lo que has venido?'

C Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron. Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces Jesús:

† 'Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a espada morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, Él pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras, que dicen que así debe suceder?'

C Enseguida dijo Jesús a aquella chusma:

† 'Han salido ustedes a apresarme como a un bandido, con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las predicciones de los profetas'.

C Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Al fin llegaron dos, que dijeron:

S 'Este dijo: 'Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días''.

C Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:

S '¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?'.

C Como Jesús callaba, el sumo sacerdote le dijo:

S 'Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios'.

C Jesús le respondió:

† 'Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán al Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del cielo'.

C Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:

S '¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?'

C Ellos respondieron:

S 'Es reo de muerte'.

C Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle de bofetadas. Otros lo golpeaban, diciendo:

S 'Adivina quién es el que te ha pegado'.

C Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio. Una criada se le acercó y le dijo:

S 'Tú también estabas con Jesús, el Galileo'.

C Pero él lo negó ante todos, diciendo:

S 'No sé de qué me estás hablando'.

C Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo vio otra criada y dijo a los que estaban ahí:

S 'También ése andaba con Jesús, el nazareno'.

C Él de nuevo lo negó con juramento:

S 'No conozco a ese hombre'.

C Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron:

S 'No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata'.

C Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de que Jesús había dicho: 'Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces'. Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente. Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de atarlo, lo llevaron ante el procurador, Poncio Pilato, y se lo entregaron. Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:

S 'Pequé, entregando la sangre de un inocente'.

C Ellos dijeron:

S '¿Y a nosotros qué nos importa? Allá tú'.

C Entonces Judas arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron:

S 'No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre'.

C Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de hoy 'Campo de sangre'. Así se cumplió lo que dijo el profeta Jeremías: 'Tomaron las treinta monedas de plata en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor'.

C Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:

S '¿Eres tú el rey de los judíos?'

C Jesús respondió:

† 'Tú lo has dicho'.

C Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato:

S '¿No oyes todo lo que dicen contra ti?'

C Pero El nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:

S '¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?'.

C Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia. Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:

S 'No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa'.

C Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó:

S '¿A cuál de los dos quieren que les suelte?',

C ellos respondieron:

S 'A Barrabás'.

C Pilato les dijo:

S '¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?'

C Respondieron todos:

S 'Crucifícalo'.

C Pilato preguntó:

S 'Pero, ¿qué mal ha hecho?'

C Más ellos seguían gritando cada vez con más fuerza:

S '¡Crucifícalo!'

C Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:

S 'Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes'.

C Todo el pueblo respondió:

S '¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!'

C Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio reunieron alrededor de Él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose ante Él, se burlaban diciendo:

S '¿Viva el rey de los judíos!',

C y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar. Juntamente con Él crucificaron a dos ladrones. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, 'Lugar de la Calavera', le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; Él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: 'Éste es Jesús, el rey de los judíos'. Juntamente con Él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y El otro a su izquierda. Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
S 'Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz'.

C También se burlaban de Él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo: 'Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues Él ha dicho: 'Soy el Hijo de Dios'.

C Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:

† 'Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?',

C que quiere decir: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?' Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

S 'Está llamando a Elías'.

C Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron:

S 'Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo'.

C Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

(Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes)

C Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron:

S 'Verdaderamente éste era Hijo de Dios'.

C Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro. Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron:

S 'Señor, nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida, dijo: 'A los tres días resucitaré'. Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: 'Resucitó de entre los muertos', porque esta última impostura sería peor que la primera'.

C Pilato les dijo:

S 'Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran'.

C Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron ahí la guardia.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Imploremos, hermanos, a Jesús, el Sumo Sacerdote de la fe que profesamos, que en la cruz presentó, con lágrimas en los ojos, oraciones y súplicas al Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres: (R/. Escúchanos, Señor.)
Para que el Señor, que en la cruz excusó a los ignorantes y pidió perdón por ellos, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la paz, roguemos al Señor.
Para que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de Abel, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia, la maldad o las propias pasiones, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste y abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos y les envíe a su ángel para que los conforte, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se apiade de nosotros nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que, con su pasión, destruyera el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos devolviera la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

La Pasión del Señor

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42

Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Normalmente los seres humanos evitamos los golpes y los castigos como acciones arbitrarias y carentes de significado. Consideramos como malo y reprobable cuanto nos provoca sufrimiento. Sin embargo, hay ocasiones en que aceptamos algunos sufrimientos porque comprendemos que son inevitables y porque intuimos que posteriormente nos acarrearán resultados favorables. Los hombres generosos que han padecido largos años en prisión sin dejarse marchitar el corazón por el odio y el resentimiento son conocidos: ahí tenemos a Mandela, Gandhi y Luther King. Hombres y mujeres religiosos que sostuvieron su misión en alguna convicción creyente. La Pasión del Señor Jesucristo se nos presenta como un camino viable para enfrentar los reveses de la vida. Jesús entendió que la entrega de su existencia, desataría el amanecer del reino de Dios, por eso se decidió a beber el cáliz que tanto trabajo le costó beber: por amor a su Padre.

Fuente: misalcatolico.com


Categoria: Misa por Año / Misal Catolico 2017 / Misal Catolico de abril 2017

Misal de Hoy Publicado: 2021-09-15T18:20:30Z | Modificado: 2021-09-15T18:20:30Z